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lunes, 24 de junio de 2013

Kirchnerismo-antikirchnerismo

Introducción

El presente trabajo analizará el nuevo clivaje “kirchnerismo-antikirchnerismo” desarrollado durante la última década, como superación al “peronismo-antiperonismo”, predominante desde la segunda mitad del siglo XX. Se analizará el rol de los partidos integrantes del sector antikirchnerista, en cuanto a sus alianzas, programas y propuestas; y su rol como oposición, haciendo principal hincapié en las elecciones presidenciales comprendidas entre 2003 y 2013. Se intentará demostrar que la crisis de representación política que vio como su punto más álgido el año 2001, sigue estando presente en los sectores no kirchneristas.

Elecciones generales de 2003

El kirchnerismo nace el mismo día en que Néstor Carlos Kirchner asume la Presidencia de la Nación. El 25 de mayo de 2003, en un discurso inaugural que no tiene desperdicio, comenzó el camino de un proyecto nacional y popular que no se vio desde el peronismo de mitad del siglo XX. En una elección compleja y con un campo diversificado, en candidatos y en votos obtenidos por los mismos, era la primera elección que se llevaba a cabo luego del caos vivido a fines de 2001. En el cual, la Argentina se vio sumergida en un crisis política, económica y social nunca antes vista. En las elecciones intermedias de ese mismo año se vivió el malestar social en lo que se denominó el “voto bronca”, obteniendo en muchos casos, más votos que el candidato triunfador. Aquí se ve un claro ejemplo de la crisis de representación. “La crisis de la política está atravesada por la emergencia de un doble fenómeno, la deslegitimación y la desinstitucionalización de la política… [las cuales] se engloban en la idea de la impugnación de la política” (Quiroga, 2005: 331)[1]. Tras esto, el partido que salió más debilitado, al igual que en 1989, fue la UCR.

Volviendo a 2003, la elección presidencial tuvo 3 formulas peronistas, las que encabezaron: Carlos Menem (Frente por la Lealtad), Néstor Kirchner (FPV) y Adolfo Rodríguez Saá (Alianza Movimiento Popular Unión y Libertad). Esto fue posible por la Ley de Lemas, pero en este caso, fue presentada como “reformada”, para que el candidato más votado no accediera a la Primera Magistratura, y se llegara a una segunda vuelta entre los dos candidatos con mayor caudal de votos, suponiendo que ninguno alcanzaría más del 45% o los 40 puntos con más de 10 de diferencia respecto al segundo. Por otro lado, el sector antiperonista, debilitado y sin muchas expectativas de triunfar, se presentaron: Elisa Carrió (ARI), Ricardo López Murphy (Recrear) y  Leopoldo Moreau (UCR), entre otros[2]. El Candidato más votado fue Menem, el cual obtuvo el 24,45%, secundado por Kirchner con el 22,24%. Entre los 3 candidatos peronistas, obtuvieron el 60,8% del electorado. López Murphy obtuvo el tercer lugar, con 16,37, Carrió el 14,05% y la UCR un pobre 2,34%. Menem no se presentó al ballotage, y Kirchner fue automáticamente electo Presidente. Esta fue una estrategia del ex presidente, debido a que las encuestas daban un triunfo aplastante de Kirchner, y para que el Gobierno que comenzara en mayo de 2003 lo hiciera debilitado frente a la opinión pública por haber llegado con tan poco caudal de votos. Por esto, se dice que “el kirchnerismo es un resultado casi casual de la crisis del 2001. Se impuso con el 22% de los votos y el concurso del aparato duhaldista” (Natanson, 2009: 135)[3]. En esta elección vemos claramente el binomio peronismo-antiperonismo, en donde de un lado del mismo se encuentran 3 candidatos peronistas, los cuales se presentan a elecciones con los símbolos y bajo el rótulo peronista, lo cual implica una doctrina, una historia, una identidad; y un sector que quiere escapar del fracaso de Partido Radical y de la Alianza, que no presenta un programa o un proyecto. Los candidatos apelan a su historia familiar, a su honestidad, a la emotividad, a los valores, a la ética y a la identificación personal del electorado con su persona, como si el candidato fuera uno de ellos, en otro lugar, pero con los mismos intereses. El sector antiperonista no se define ni siquiera políticamente, un claro ejemplo es el caso de López Murphy, en donde dice en un slogan publicitario “que me dicen de derecha, ni de izquierda, del medio… de esa gigantesca clase media”, asegurando que la clase media, lo es, por su tendencia de pensamiento político moderado. Esto cabe perfectamente en lo que Manin denomina “democracia de audiencia”, debido a la estrecha relación entre la democracia y los medios de comunicación. Donde, debido a la merma de las ideologías (que en el caso argentino no podría considerarse como el clivaje izquierda-derecha, debido a que el clivaje que circunscribió la historia reciente es peronismo-antiperonismo), los candidatos se muestran como actores, líderes, con condiciones para afrontar las necesidades de los ciudadanos y, en este caso, del país. No se presentan programa detallados, como se hacía anteriormente, y se apela a la imagen como herramienta fundamental decisoria de una elección[4]. El votante es visto como un cliente al cual tendría que convencerlo de comprar tal o cual producto, tal o cual candidato.

Las funciones de los partidos políticos que describe Peter Mair (en ¿Hay futuro para los partidos?) no se cumplen en la situación analizada. Los partidos políticos no logran integrar y movilizar; representar la expresión y unión de intereses; como tampoco, la formulación de programas políticos. Debido a que estas tres funciones no se cumplen, son las que determinan  la crisis de representación de los partidos políticos, o alianzas de los mismos, en el sector antikirchnerista. Sin embargo, hay otras dos funciones de las cinco, las cuales se deberían cumplir en todos los casos, siendo las siguientes: función procesal, en lo que respecta al reclutamiento de jefes y la función organizativa, dentro del parlamento y el gobierno.

Peter Mair dice al respecto “si su rol representativo está en declive, su rol procesal queda siempre como esencial […] reivindicando su fundamental legitimidad como garantía de una forma de democracia extendida, transparente y responsable” (Mair, 1999: 1)[5].

La gran diversificación del voto muestra a las claras las crisis política y de representación que se vivía en esa época. 

Elecciones generales de 2007

Luego de la consolidación de la democracia, y la estabilidad lograda por Néstor Kirchner en el Ejecutivo Nacional, refrendada en las elecciones intermedias de 2005, en donde el FPV salió triunfante, obteniendo el 29,9% de sufragios en la lista de  Diputados Nacionales, lo que representó 50 bancas de 127 y el 45,1% en la de Senadores Nacionales, obteniendo 14 escaños de los 24 en juego, se celebraron las elecciones presidenciales de 2007. El FPV, fortalecido y unido, presentó la fórmula Cristina Fernández de Kirchner – Julio Cleto Cobos. Esto marcaba la alianza entre los partidos que conformaban el FPV con un sector del  radicalismo, denominados radicales k. Esto fue un acuerdo que se estableció en todo el territorio nacional, en los cargos nacionales, provinciales y municipales. El radicalismo daba una clara muestra de la desunión de sus filas, la cual aún no ha sabido resolver.

En esta elección es en donde el peronismo comienza a fracturarse, luego de más de medio siglo funcionando como una partido unido y orgánico, en el cual las internas determinaban los candidatos, y los que perdían “acompañaban”[6]; y comienza a esbozarse un nuevo clivaje, kirchnerismo-antikirchnerismo. Este clivaje se conformará definitivamente un año más tarde, con la “crisis del campo”, en donde el Gobierno Nacional intentó, sin éxito, subir las retenciones de las exportaciones de la soja al 35%, y disminuir la del trigo y el maíz. Lo que provocó no solo un desmembramiento dentro del peronismo, sino que impulsó la salida del sector radical aliado al kirchnerismo. El sector peronista, se denominó “peronismo disidente”, término que se mantiene hasta nuestros días. La alianza que se presentó en las elecciones, fue la del Gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saá, hermano del ex Presidente por una semana en 2001, y ex candidato al mismo cargo en 2003; acompañado por su vocero, el entrerriano Héctor Maya. La alianza se llamó FREJULI, haciendo alusión al Frente Justicialista de Liberación, el cual llevó a la presidencia a Juan Domingo Perón en 1973, pero que en este caso, el nombre fue Frente Justicia Unión y Libertad. Los resultados de la elección los ubicaron en el cuarto lugar, con un total de 1.459.174 votos (7,64%).

Por otra parte, Elisa Carrió, quien en la elección presidencial pasada había obtenido el 14,05% de los sufragios, acompañada por el titular del socialismo, Rubén Giustiniani,  obtuvo en 2007 el 23,05%, siendo la segunda fórmula más votada. A su vez, el ex Ministro de Economía de Eduardo Duhalde y de Néstor Kirchner, en los dos primeros años de gobierno de su gestión, se presentó como candidato a Presidente de la Nación al frente de la Concertación para una Nación Avanzada (UNA), acompañado por Gerardo Morales, elegido Presidente de la UCR un año antes. Esta fórmula obtuvo el tercer lugar, con el 16,91% de los votos. Un cambio fundamental con la elección pasada, fue el resultado que obtuvo la candidatura de Ricardo López Murphy, secundado por Esteban Bullrich, por RECREAR. Quienes, con solo el 1,43%, obtuvieron el séptimo lugar, prácticamente un 15% de votos menos con respecto a la elección anterior. Aquí vemos una clara volatilidad del electorado, en donde se puede estipular que el porcentaje “perdido” por este candidato fue absorbido por Roberto Lavagna. Esto sigue mostrando la falta de representación del sector antikirchnerista por los partidos políticos y/o frentes que se presentaron, muestra la “decadencia de los partidos como agentes de mediación entre la ciudadanía y el sistema político” (Pousadela, 2004: 109)[7], y que la “relación de identificación es cada vez más débil entre líderes y partidos” (Pousadela, 2004: 110)[8].

La fórmula CFK-Cobos obtuvo el 45,80% de los sufragios, ganando las elecciones presidenciales.

Con respecto al peronismo, en esta elección alcanzó, sumando los votos del FPV y el FREJULI el 53,44%. Mostrando una vez más, el carácter mayoritario del movimiento.

Resolución 125

En el año 2008 se vivió el conflicto más grande a nivel nacional después de la estabilización post crisis de 2001. Un proyecto de ley sobre retenciones a la exportación  enviado al Congreso Nacional por el Poder Ejecutivo, dividió y mantuvo en vilo al país por varios meses. La resolución 125 establecía una suba en las retenciones a la soja y al girasol, disminuía las del trigo y el maíz, y establecía un sistema móvil. El conflicto que conllevo un lock out patronal, corte de rutas, desabastecimiento de las ciudades, culminó con el voto “no positivo” del Presidente del Senado, el vicepresidente radical Julio Cobos, desempatando la votación en el Senado. Este hecho marca un hito, debido a que el conflicto, como su culminación, provocó una modificación en el espectro político nacional.

Cobos, quién había sido echado de la UCR por traición al aceptar ser el compañero de fórmula de CFK, fue alzado en hombros y considerado un héroe por ese mismo partido. De buenas a primeras, el vicepresidente de la nación se convirtió en el líder de la oposición. Parece desmedido que una persona se convierta en un líder político por tan solo desempatar una votación en un recinto. Esto, es otra clara muestra de la desorientación política de la oposición. Como Julio Cobos ascendió en las encuestas, se pensó que sería el candidato a presidente en 2011 por la UCR. Nada de esto sucedió.

Este conflicto, a su vez, provocó el inicio del enfrentamiento del kirchnerismo con el grupo Clarín, por haber tomado partido de forma descarada, alegando neutralidad, a favor del campo.

Las consecuencias políticas, además de haber dado un revés muy duro al Gobierno Nacional, fueron: el final de la alianza con sectores radicales, los cuales se encolumnaron atrás de la figura del Vicepresidente, y la salida de algunos peronistas del kirchnerismo. Es en este momento cuando se comienza a cerrar el clivaje kirchnerismo-antikirchnerimo, que se verá en todo su esplendor en las elecciones de 2011.   

Elecciones Generales 2011, inicio de las PASO

Las elecciones presidenciales de 2011 traerían una innovación. En 2009 el Poder Ejecutivo Nacional elaboró y envió al Congreso un proyecto de ley denominado Democratización de la Representación Política, la Transparencia y la Equidad Electoral. Este proyecto, convertido en ley el 2 de diciembre de 2009, introdujo entre otras cosas, las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), un umbral de 1,5% de votos para que las listas puedan participar luego en las elecciones generales, e  igual acceso a los medios de comunicación radial y audiovisual por los candidatos. Esto fue criticado por analistas, quienes vaticinaban la polarización de la elección, y la vuelta al bipartidismo tradicional argentino. Esto no sucedió, sino, todo lo contrario.
Al igual que en las elecciones de 2003, el Partido Justicialista fue con 3 candidatos a las PASO. El FPV llevó la fórmula Cristina Fernández de Kirchner – Amado Boudou; Unión Popular a Eduardo Duhalde, el ex candidato en 1999 y el presidente luego de la crisis de 2001 hasta 2003, acompañado por el Gobernador de la Provincia de Chubut, Mario Das Neves; y Peronismo Federal, encabezado por Alberto Rodríguez Saá y el ex Gobernador de Santa Fe, “Tati” Vernet. Unión Popular surgió luego del quiebre de la alianza entre Duhalde y Rodríguez Saá, quienes iban a presentarse en internas, pero no llegaron a realizarlas por conflictos entre los candidatos.

El sector antiperonista tradicional llevó varios candidatos en distintas alianzas. Por su parte, el partido tradicional radical (UCR), luego del abandono de la candidatura de Julio Cobos y Ernesto Sanz, lanzaron la precandidatura de Ricardo Alfonsín, acompañado por Javier González Fraga. El frente electoral se denominó Unión para el Desarrollo Social (UDESO). Lo llamativo, es que el precandidato a Gobernador de la Provincia de Buenos Aires de la lista fue, el titular de Unión Celeste y Blanco, el  pejotista, Francisco De Narváez. Aquí vemos claramente que el clivaje tradicional que reinó en la política argentina desde la segunda mitad del siglo XX (peronismo-antiperonismo), se dejó de lado, o mejor dicho, fue superado por el de “kirchnerismo-antikirchnerismo”. Este clivaje une y divide, de un lado a todos los kirchneristas, quienes tienen en común un proyecto, una identidad, y se ven representados en la figura de Néstor y Cristina Kirchner; y por el otro, todo lo contrario… todo lo que tienen en común es el sentimiento anti que los une en contra de eso. Esto, debido a la gran diversidad de sectores y personalidades.

Por otro lado, el “socialismo” se presentó como Frente Amplio Progresista, luego de una negociación truncada con Alfonsín, debido a la precandidatura de De Narváez en su lista. Quienes conformaron el frente fueron: el GEN, el Partido Socialista, el Frente Cívico, Buenos Aires Para Todos, Movimiento Libres del Sur, Corriente Nacional por la Unión Popular, entre otros. El Presidente del Partido Socialista, y Senador Nacional, Giustiniani, se alejó de quién fuera candidato por el Frente, Hermes Binner, secundado por Norma Morandini.

La Coalición Cívica–ARI quién había obtenido el segundo lugar en las elecciones presidenciales pasadas, presentó, nuevamente, la candidatura de Elisa Carrió a Presidenta, y esta vez, a Adrián Pérez como vicepresidente. Los resultados fueron muy distintos a los pasados.

Las diferencias porcentuales de las PASO de agosto, no fueron significativas con la fórmula triunfante en la elección general de octubre. En cambio si lo fue, en lo que respecta al segundo lugar. El kirchnerismo obtuvo el primer lugar en ambas oportunidades, con un 50,21% en agosto, y un 54% en octubre. En las PASO, la segunda fórmula más votada fue la de UDESO, con un 12,20%, con una diferencia del 0,08% sobre Eduardo Duhalde. Hermes Binner obtuvo el 10,18%, siendo quinto el candidato de Peronismo Federal, Rodríguez Saá, con 8,17% de los sufragios.

Con respecto a las elecciones generales de octubre, se produce una reconfiguración en el espectro antikirchnerista. El Frente Amplio Progresista obtiene el segundo lugar con el 16,87%. UDESO pasa al tercer lugar, con el 11,15% de los sufragios, un punto por debajo de la elección de agosto. Rodríguez Saá manteniendo el mismo caudal de votos (7,98% en esta oportunidad), supera al candidato del Frente Popular que obtuvo el  5,89%. Lo más llamativo de esta elección es el pésimo resultado obtenido por CC-ARI en la que la Candidata que en 2007 fue segunda, obtuvo el 1,84% de los votos, siendo superada por el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), encabezado por el dirigente del Partido Obrero, Jorge Altamira y como candidato a vicepresidente, el dirigente del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), Christian Castillo, quienes obtuvieron el 2,31% de los votos. Esto da una pauta de la falta de representación, o como dice Pousadela, crisis de representación de los partidos políticos argentinos (o frentes, o alianzas) al ver la diferencia en la elección de los candidatos en solo 3 meses. Esto, porque el sector del electorado antikirchnerista se decide en función de aquel que pueda llegar a ganarle al kirchnerismo, o salir mejor parado para el futuro inmediato.

Aquí vemos que la crisis de representación sigue vigente en el sector antikirchnerista, en cuanto a la fragmentación de votos entre los distintos candidatos, su volatilidad, la falta de identificación, etc. El sistema de alianzas que se están presentaron para las elecciones de 2013, es un claro argumento a favor del clivaje kirchnerismo-antikirchnerismo, debido a la inconsistencia de las mismas, en donde sectores disímiles se unen con la única razón de poder vencer al Frente para la Victoria.
   
Conclusiones

La crisis de representación que dio origen las políticas neoliberales iniciadas por la dictadura cívico-militar en 1976, y continuadas y profundizadas por los gobiernos de Carlos Menem (1989-1999) y Fernando De La Rúa (1999-2001), siguen estando presentes en el espectro antikirchnerista.

Néstor Carlos Kirchner logró en poco tiempo con políticas llevadas a cabo para  recomponer el tejido social y solventar los reclamos que desembocaron en la crisis de 2001, volver a que un sector de la población, por lo general de tradición peronista, pudiera volver a creer y sentirse parte integrante de un proyecto político nacional.

El peronismo ya no es más el corta aguas del electorado, el clivaje peronismo-antiperonismo ha quedado desvirtuado y pasado de moda. Debido al sucesivo aumento en el caudal de votos de este sector, siendo en la última elección del 67,83, y del 70,50% en las PASO, el clivaje kirchnerismo-antikirchnerismo toma el lugar central en la política argentina. Los frentes y alianzas que se conforman se hacen en medida de ser una posible fórmula que venza al kirchnerismo. Las elecciones que se avecinan en este año (2013), dan una clara muestra de esto. Alianzas entre sectores tradicionalmente disímiles, los cuales tiempo pasado decían que era imposible una alianza con tal o cual candidato, hoy está sucediendo. Un ejemplo claro es el de la alianza entre sectores de la Coalición Cívica (CC), conservadores y liberales, con un sector de lo que fue el Frente Amplio Progresista y el referente de Proyecto Sur, Pino Solanas. UCR, GEN, el socialismo, Libres del Sur y la CC van juntos, y de la mano en un sin sentido político. Todo sea por vencer en las elecciones intermedias al kirchnerismo, eso los une, y eso los encamina. Es imposible que un sector tan disímil como éste, pueda presentar un proyecto político y un programa coherente para llevar a cabo en caso de un posible triunfo.

El kirchnerismo representado por el FPV está fuerte, cumple con los requisitos de las funciones que Peter Mair dice que los partidos políticos han dejado de representar. Representa y es apoyado por un vasto sector de la población. En cambio, el antikirchnerismo está representado por nadie, y a la vez, por todo lo que no es kirchnerista.

El electorado antikirchnerista está desorientado, casi tanto como la oposición política argentina, sin saber a quién votar. Solo votarán a quienes entiendan, puedan llegar a vencer al Frente para la Victoria.   




[1] Quiroga, Hugo (2005), La argentina en emergencia permanente, Buenos Aires , Ed. Edhasa,
[2] Se toman en cuenta los candidatos que obtuvieron al menos el 2% en la elección. Se utilizan los datos oficiales de la Dirección Nacional Electoral en todo el trabajo.
[3] Natanson, José (2009). El universo no peronista, entre la historia y la fragmentación, Buenos Aires,  Revista Umbrales de América del Sur N° 7.
[4] MANIN, Bernard (1992). Metamorfosis de la Representación en Dos Santos, M. (comp.), ¿Qué queda de la
representación política?, CLACSO, Nueva Sociedad.
[5]Mair, Peter (1999). ¿Hay futuro para los partidos?, Roma,  Seminario de estudio “El futuro de los partidos, los partidos del futuro”. Asociación CRS/Democrática de Izquierda Dirección Nacional.
[6] Cabe recordar que durante el gobierno de Menem, un sector del PJ se va del partido, y conforma el FREPASO. Este hecho marca su diferencia debido a que no renuncian al Partido Justicialista.
[7]Pousadela , Inés (2004). Los Partidos Políticos han muerto. ¡Larga vida a los Partidos!, en Isidoro Cheresky y Jean-Michel Blanquer (comp.), ¿Qué cambió en la política Argentina?, Rosario, Homo Sapiens.
[8] Idem.

domingo, 9 de junio de 2013

Antiperonismo reformado.

El sistema de partidos políticos argentino ha sufrido una transformación, el bipartidismo reinante desde el pasado siglo sufrió una ruptura, debido a los sucesivos fracasos de la UCR a cargo del Poder Ejecutivo Nacional, se produjo un desperdigamiento de dicho sector, reflejado en las últimas elecciones presidenciales de 2011. Desde el ascenso del peronismo en el 45, el clivaje fue a lo largo de todo el siglo XX, peronismo-antiperonismo, representado este segundo sector del binomio por la UCR. En el 46 el arco antiperonista lo único que sabia, y tenía en común, era su rechazo a las políticas impulsadas por  Juan Domingo Perón. Esto con una diferencia fundamental, en las elecciones llevadas a cabo en 1946, los distintos partidos antiperonistas confluyeron en la Unión Democrática, algo que en nuestros días no se pudo concretar. Las elecciones de 2011 son una muestra cabal de esto, en donde CFK, obtuvo el 54% de los sufragios, obteniendo una diferencia de alrededor del 40% con el segundo candidato. No es casual que CFK haya obtenido ese caudal de votos, solo basta con ver los índices, estadísticas y ver el día a día de un país que crece con un superávit gemelo, con políticas de inclusión, creación de más de 5 millones de puestos de trabajo, entre otras tantas cuestiones. En cuanto al arco opositor, diversificado, atomizado y sin ideas, ni programa, ni referentes, amaga con posibles alianzas electorales en rumbo a las legislativas que se avecinan, que no dejan de ser solo eso… alianzas destinadas a obtener la mayor cantidad de electores. Hoy, el espectro político autodenominado peronista, representa a algo así como el 70% de la población. Por este motivo, el clivaje se ha profundizado, se ha movido a uno nuevo, “kirchnerismo-antikirchnerismo”. Según mi punto de vista, es el antiguo clivaje aggiornado a los tiempos actuales. El kirchnerismo representa las políticas impulsadas por el primer peronismo, sigue la misma línea, y la profundiza. Esto es visto por los sectores más conservadores como una traición al movimiento fundador, tomando como referencia al último Perón, a aquel viejo líder rodeado de la peor calaña. Por eso, un De Narváez, un Macri, un Duhalde se sienten los verdaderos herederos del peronismo, ellos son los que Perón no echo de la plaza aquel 1° de mayo de 1974. Esa es su máxima teoría argumentativa, y nada más. Abrazados al grupo Clarín, y levantando en alzas a su “máximo referente”, Jorge Lanata, la oposición parece haber encontrado otra forma de aglutinamiento. En donde Carrió, Binner, Pino Solanas, Bullrich, Moyano, Macri y De Narváez luchan por absorber al sector antikirchnerista de la población. Esto, inmerso en la llamada democracia de audiencia, en donde lo único que importa es ganar minutos en medios de comunicación masiva, y aprovechar cada momento para acaparar la mayor cantidad de adherentes. Palabras vacías, falsas denuncias, sin proyectos ni ideas, la oposición argentina corre en un sin sentido. El caso mas particular es el de Francisco De Narváez, el cuál salió apresurado en campaña (la cual la justicia hizo suspender de forma inmediata por ir en contra de los tiempos de campaña, prevista para los 30 días anteriores a la elección), debido a que se vence su banca a fin de año. El Diputado Nacional fue aún más allá, creando una nueva antinomia, el desmesurado “ella o vos”, en donde él, serías vos. Algo que hizo en la campaña de 2009 (y no le fue mal) en donde se vendía como “un tipo común”. Pero esto no es lo importante del mensaje, sino, el intento de crear una atmósfera de conflicto, comparando la situación actual con una “dictadura democrática”, algo tan sin sentido como la oposición. Con un slogan que dice “ella nos quiere prohibir”, está intentando exacerbar a la opinión pública, y como siempre, de atemorizar. Alegando la coartación de derechos, de avance indiscriminado del oficialismo, él es el “límite”. Con esto, se estaría intentando conformar un nuevo clivaje, Cristina-De Narváez (Ella o Vos). Cuando algo se hace por oposición, no tiene posibilidad de perduración en el tiempo.