Introducción
El
presente trabajo analizará el nuevo clivaje “kirchnerismo-antikirchnerismo”
desarrollado durante la última década, como superación al
“peronismo-antiperonismo”, predominante desde la segunda mitad del siglo XX. Se
analizará el rol de los partidos integrantes del sector antikirchnerista, en
cuanto a sus alianzas, programas y propuestas; y su rol como oposición,
haciendo principal hincapié en las elecciones presidenciales comprendidas entre
2003 y 2013. Se intentará demostrar que la crisis de representación política
que vio como su punto más álgido el año 2001, sigue estando presente en los
sectores no kirchneristas.
Elecciones generales de
2003
El
kirchnerismo nace el mismo día en que Néstor Carlos Kirchner asume la
Presidencia de la Nación. El 25 de mayo de 2003, en un discurso inaugural que
no tiene desperdicio, comenzó el camino de un proyecto nacional y popular que
no se vio desde el peronismo de mitad del siglo XX. En una elección compleja y
con un campo diversificado, en candidatos y en votos obtenidos por los mismos,
era la primera elección que se llevaba a cabo luego del caos vivido a fines de
2001. En el cual, la Argentina se vio sumergida en un crisis política,
económica y social nunca antes vista. En las elecciones intermedias de ese
mismo año se vivió el malestar social en lo que se denominó el “voto bronca”,
obteniendo en muchos casos, más votos que el candidato triunfador. Aquí se ve
un claro ejemplo de la crisis de representación. “La crisis de la política está
atravesada por la emergencia de un doble fenómeno, la deslegitimación y la
desinstitucionalización de la política… [las cuales] se engloban en la idea de
la impugnación de la política” (Quiroga, 2005: 331)[1]. Tras
esto, el partido que salió más debilitado, al igual que en 1989, fue la UCR.
Volviendo
a 2003, la elección presidencial tuvo 3 formulas peronistas, las que
encabezaron: Carlos Menem (Frente por la Lealtad), Néstor Kirchner (FPV) y Adolfo
Rodríguez Saá (Alianza Movimiento Popular Unión y Libertad). Esto fue posible
por la Ley de Lemas, pero en este caso, fue presentada como “reformada”, para
que el candidato más votado no accediera a la Primera Magistratura, y se
llegara a una segunda vuelta entre los dos candidatos con mayor caudal de votos,
suponiendo que ninguno alcanzaría más del 45% o los 40 puntos con más de 10 de
diferencia respecto al segundo. Por otro lado, el sector antiperonista,
debilitado y sin muchas expectativas de triunfar, se presentaron: Elisa Carrió
(ARI), Ricardo López Murphy (Recrear) y Leopoldo Moreau (UCR), entre otros[2].
El Candidato más votado fue Menem, el cual obtuvo el 24,45%, secundado por
Kirchner con el 22,24%. Entre los 3 candidatos peronistas, obtuvieron el 60,8%
del electorado. López Murphy obtuvo el tercer lugar, con 16,37, Carrió el
14,05% y la UCR un pobre 2,34%. Menem no se presentó al ballotage, y Kirchner
fue automáticamente electo Presidente. Esta fue una estrategia del ex
presidente, debido a que las encuestas daban un triunfo aplastante de Kirchner,
y para que el Gobierno que comenzara en mayo de 2003 lo hiciera debilitado
frente a la opinión pública por haber llegado con tan poco caudal de votos. Por
esto, se dice que “el kirchnerismo es un resultado casi casual de la crisis del
2001. Se impuso con el 22% de los votos y el concurso del aparato duhaldista”
(Natanson, 2009: 135)[3]. En
esta elección vemos claramente el binomio peronismo-antiperonismo, en donde de
un lado del mismo se encuentran 3 candidatos peronistas, los cuales se
presentan a elecciones con los símbolos y bajo el rótulo peronista, lo cual
implica una doctrina, una historia, una identidad; y un sector que quiere
escapar del fracaso de Partido Radical y de la Alianza, que no presenta un
programa o un proyecto. Los candidatos apelan a su historia familiar, a su
honestidad, a la emotividad, a los valores, a la ética y a la identificación
personal del electorado con su persona, como si el candidato fuera uno de
ellos, en otro lugar, pero con los mismos intereses. El sector antiperonista no
se define ni siquiera políticamente, un claro ejemplo es el caso de López
Murphy, en donde dice en un slogan publicitario “que me dicen de derecha, ni de
izquierda, del medio… de esa gigantesca clase media”, asegurando que la clase
media, lo es, por su tendencia de pensamiento político moderado. Esto cabe
perfectamente en lo que Manin denomina “democracia de audiencia”, debido a la
estrecha relación entre la democracia y los medios de comunicación. Donde,
debido a la merma de las ideologías (que en el caso argentino no podría
considerarse como el clivaje izquierda-derecha, debido a que el clivaje que
circunscribió la historia reciente es peronismo-antiperonismo), los candidatos
se muestran como actores, líderes, con condiciones para afrontar las
necesidades de los ciudadanos y, en este caso, del país. No se presentan
programa detallados, como se hacía anteriormente, y se apela a la imagen como
herramienta fundamental decisoria de una elección[4].
El votante es visto como un cliente al cual tendría que convencerlo de comprar
tal o cual producto, tal o cual candidato.
Las
funciones de los partidos políticos que describe Peter Mair (en ¿Hay futuro para los partidos?) no se
cumplen en la situación analizada. Los partidos políticos no logran integrar y
movilizar; representar la expresión y unión de intereses; como tampoco, la
formulación de programas políticos. Debido a que estas tres funciones no se
cumplen, son las que determinan la
crisis de representación de los partidos políticos, o alianzas de los mismos,
en el sector antikirchnerista. Sin embargo, hay otras dos funciones de las
cinco, las cuales se deberían cumplir en todos los casos, siendo las siguientes:
función procesal, en lo que respecta al reclutamiento de jefes y la función
organizativa, dentro del parlamento y el gobierno.
Peter
Mair dice al respecto “si su rol representativo está en declive, su rol
procesal queda siempre como esencial […] reivindicando su fundamental
legitimidad como garantía de una forma de democracia extendida, transparente y
responsable” (Mair, 1999: 1)[5].
La
gran diversificación del voto muestra a las claras las crisis política y de
representación que se vivía en esa época.
Elecciones generales de
2007
Luego
de la consolidación de la democracia, y la estabilidad lograda por Néstor
Kirchner en el Ejecutivo Nacional, refrendada en las elecciones intermedias de
2005, en donde el FPV salió triunfante, obteniendo el 29,9% de sufragios en la
lista de Diputados Nacionales, lo que
representó 50 bancas de 127 y el 45,1% en la de Senadores Nacionales, obteniendo
14 escaños de los 24 en juego, se celebraron las elecciones presidenciales de
2007. El FPV, fortalecido y unido, presentó la fórmula Cristina Fernández de
Kirchner – Julio Cleto Cobos. Esto marcaba la alianza entre los partidos que
conformaban el FPV con un sector del
radicalismo, denominados radicales k. Esto fue un acuerdo que se
estableció en todo el territorio nacional, en los cargos nacionales,
provinciales y municipales. El radicalismo daba una clara muestra de la desunión
de sus filas, la cual aún no ha sabido resolver.
En
esta elección es en donde el peronismo comienza a fracturarse, luego de más de
medio siglo funcionando como una partido unido y orgánico, en el cual las
internas determinaban los candidatos, y los que perdían “acompañaban”[6]; y
comienza a esbozarse un nuevo clivaje, kirchnerismo-antikirchnerismo. Este
clivaje se conformará definitivamente un año más tarde, con la “crisis del
campo”, en donde el Gobierno Nacional intentó, sin éxito, subir las retenciones
de las exportaciones de la soja al 35%, y disminuir la del trigo y el maíz. Lo
que provocó no solo un desmembramiento dentro del peronismo, sino que impulsó
la salida del sector radical aliado al kirchnerismo. El sector peronista, se
denominó “peronismo disidente”, término que se mantiene hasta nuestros días. La
alianza que se presentó en las elecciones, fue la del Gobernador de San Luis,
Alberto Rodríguez Saá, hermano del ex Presidente por una semana en 2001, y ex
candidato al mismo cargo en 2003; acompañado por su vocero, el entrerriano
Héctor Maya. La alianza se llamó FREJULI, haciendo alusión al Frente
Justicialista de Liberación, el cual llevó a la presidencia a Juan Domingo
Perón en 1973, pero que en este caso, el nombre fue Frente Justicia Unión y Libertad. Los
resultados de la elección los ubicaron en el cuarto lugar, con un total
de 1.459.174 votos (7,64%).
Por otra parte, Elisa Carrió, quien en la elección
presidencial pasada había obtenido el 14,05% de los sufragios, acompañada por
el titular del socialismo, Rubén Giustiniani, obtuvo en 2007 el 23,05%, siendo la segunda fórmula
más votada. A su vez, el ex Ministro de Economía de Eduardo Duhalde y de Néstor
Kirchner, en los dos primeros años de gobierno de su gestión, se presentó como
candidato a Presidente de la Nación al frente de la Concertación
para una Nación Avanzada (UNA), acompañado por Gerardo Morales, elegido
Presidente de la UCR un año antes. Esta fórmula obtuvo el tercer lugar, con el
16,91% de los votos. Un cambio fundamental con la elección pasada, fue el
resultado que obtuvo la candidatura de Ricardo López Murphy, secundado por
Esteban Bullrich, por RECREAR. Quienes, con solo el 1,43%, obtuvieron el
séptimo lugar, prácticamente un 15% de votos menos con respecto a la elección
anterior. Aquí vemos una clara volatilidad del electorado, en donde se puede
estipular que el porcentaje “perdido” por este candidato fue absorbido por Roberto
Lavagna. Esto sigue mostrando la falta de representación del sector
antikirchnerista por los partidos políticos y/o frentes que se presentaron,
muestra la “decadencia de los partidos como agentes
de mediación entre la ciudadanía y el sistema político” (Pousadela, 2004: 109)[7], y
que la “relación de identificación es cada vez más débil entre líderes y
partidos” (Pousadela, 2004: 110)[8].
La
fórmula CFK-Cobos obtuvo el 45,80% de los sufragios, ganando las elecciones
presidenciales.
Con
respecto al peronismo, en esta elección alcanzó, sumando los votos del FPV y el
FREJULI el 53,44%. Mostrando una vez más, el carácter mayoritario del
movimiento.
Resolución 125
En
el año 2008 se vivió el conflicto más grande a nivel nacional después de la
estabilización post crisis de 2001. Un proyecto de ley sobre retenciones a la
exportación enviado al Congreso Nacional
por el Poder Ejecutivo, dividió y mantuvo en vilo al país por varios meses. La
resolución 125 establecía una suba en las retenciones a la soja y al girasol,
disminuía las del trigo y el maíz, y establecía un sistema móvil. El conflicto
que conllevo un lock out patronal, corte de rutas, desabastecimiento de las
ciudades, culminó con el voto “no positivo” del Presidente del Senado, el
vicepresidente radical Julio Cobos, desempatando la votación en el Senado. Este
hecho marca un hito, debido a que el conflicto, como su culminación, provocó
una modificación en el espectro político nacional.
Cobos,
quién había sido echado de la UCR por traición al aceptar ser el compañero de
fórmula de CFK, fue alzado en hombros y considerado un héroe por ese mismo partido.
De buenas a primeras, el vicepresidente de la nación se convirtió en el líder
de la oposición. Parece desmedido que una persona se convierta en un líder
político por tan solo desempatar una votación en un recinto. Esto, es otra
clara muestra de la desorientación política de la oposición. Como Julio Cobos
ascendió en las encuestas, se pensó que sería el candidato a presidente en 2011
por la UCR. Nada de esto sucedió.
Este
conflicto, a su vez, provocó el inicio del enfrentamiento del kirchnerismo con
el grupo Clarín, por haber tomado partido de forma descarada, alegando
neutralidad, a favor del campo.
Las
consecuencias políticas, además de haber dado un revés muy duro al Gobierno Nacional,
fueron: el final de la alianza con sectores radicales, los cuales se
encolumnaron atrás de la figura del Vicepresidente, y la salida de algunos
peronistas del kirchnerismo. Es en este momento cuando se comienza a cerrar el
clivaje kirchnerismo-antikirchnerimo, que se verá en todo su esplendor en las
elecciones de 2011.
Elecciones Generales
2011, inicio de las PASO
Las
elecciones presidenciales de 2011 traerían una innovación. En 2009 el Poder
Ejecutivo Nacional elaboró y envió al Congreso un proyecto de ley denominado Democratización de la Representación
Política, la Transparencia y la Equidad Electoral.
Este proyecto, convertido en ley el 2 de diciembre de 2009, introdujo entre
otras cosas, las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), un
umbral de 1,5% de votos para que las listas puedan participar luego en las
elecciones generales, e igual acceso a
los medios de comunicación radial y audiovisual por los candidatos. Esto fue
criticado por analistas, quienes vaticinaban la polarización de la elección, y
la vuelta al bipartidismo tradicional argentino. Esto no sucedió, sino, todo lo
contrario.
Al
igual que en las elecciones de 2003, el Partido Justicialista fue con 3
candidatos a las PASO. El FPV llevó la fórmula Cristina Fernández de Kirchner –
Amado Boudou; Unión Popular a Eduardo Duhalde, el ex candidato en 1999 y el
presidente luego de la crisis de 2001 hasta 2003, acompañado por el Gobernador
de la Provincia de Chubut, Mario Das Neves; y Peronismo Federal, encabezado por
Alberto Rodríguez Saá y el ex Gobernador de Santa Fe, “Tati” Vernet. Unión
Popular surgió luego del quiebre de la alianza entre Duhalde y Rodríguez Saá,
quienes iban a presentarse en internas, pero no llegaron a realizarlas por
conflictos entre los candidatos.
El
sector antiperonista tradicional llevó varios candidatos en distintas alianzas.
Por su parte, el partido tradicional radical (UCR), luego del abandono de la
candidatura de Julio Cobos y Ernesto Sanz, lanzaron la precandidatura de
Ricardo Alfonsín, acompañado por Javier González Fraga. El frente electoral se
denominó Unión para el Desarrollo Social (UDESO). Lo llamativo, es que el precandidato
a Gobernador de la Provincia de Buenos Aires de la lista fue, el titular de
Unión Celeste y Blanco, el pejotista, Francisco
De Narváez. Aquí vemos claramente que el clivaje tradicional que reinó en la
política argentina desde la segunda mitad del siglo XX
(peronismo-antiperonismo), se dejó de lado, o mejor dicho, fue superado por el
de “kirchnerismo-antikirchnerismo”. Este clivaje une y divide, de un lado a
todos los kirchneristas, quienes tienen en común un proyecto, una identidad, y
se ven representados en la figura de Néstor y Cristina Kirchner; y por el otro,
todo lo contrario… todo lo que tienen en común es el sentimiento anti que los
une en contra de eso. Esto, debido a la gran diversidad de sectores y
personalidades.
Por
otro lado, el “socialismo” se presentó como Frente Amplio Progresista, luego de
una negociación truncada con Alfonsín, debido a la precandidatura de De Narváez
en su lista. Quienes conformaron el frente fueron: el GEN, el Partido
Socialista, el Frente Cívico, Buenos Aires Para Todos, Movimiento Libres del
Sur, Corriente Nacional por la Unión Popular, entre otros. El Presidente del
Partido Socialista, y Senador Nacional, Giustiniani, se alejó de quién fuera
candidato por el Frente, Hermes Binner, secundado por Norma Morandini.
La
Coalición Cívica–ARI quién había obtenido el segundo lugar en las elecciones
presidenciales pasadas, presentó, nuevamente, la candidatura de Elisa Carrió a
Presidenta, y esta vez, a Adrián Pérez como vicepresidente. Los resultados
fueron muy distintos a los pasados.
Las
diferencias porcentuales de las PASO de agosto, no fueron significativas con la
fórmula triunfante en la elección general de octubre. En cambio si lo fue, en
lo que respecta al segundo lugar. El kirchnerismo obtuvo el primer lugar en
ambas oportunidades, con un 50,21% en agosto, y un 54% en octubre. En las PASO,
la segunda fórmula más votada fue la de UDESO, con un 12,20%, con una
diferencia del 0,08% sobre Eduardo Duhalde. Hermes Binner obtuvo el 10,18%,
siendo quinto el candidato de Peronismo Federal, Rodríguez Saá, con 8,17% de
los sufragios.
Con
respecto a las elecciones generales de octubre, se produce una reconfiguración
en el espectro antikirchnerista. El Frente Amplio Progresista obtiene el
segundo lugar con el 16,87%. UDESO pasa al tercer lugar, con el 11,15% de los
sufragios, un punto por debajo de la elección de agosto. Rodríguez Saá
manteniendo el mismo caudal de votos (7,98% en esta oportunidad), supera al
candidato del Frente Popular que obtuvo el
5,89%. Lo más llamativo de esta elección es el pésimo resultado obtenido
por CC-ARI en la que la Candidata que en 2007 fue segunda, obtuvo el 1,84% de
los votos, siendo superada por el Frente de Izquierda y de los Trabajadores
(FIT), encabezado por el dirigente del Partido Obrero, Jorge Altamira y como
candidato a vicepresidente, el dirigente del Partido de los Trabajadores
Socialistas (PTS), Christian Castillo, quienes obtuvieron el 2,31% de los
votos. Esto da una pauta de la falta de representación, o como dice Pousadela,
crisis de representación de los partidos políticos argentinos (o frentes, o
alianzas) al ver la diferencia en la elección de los candidatos en solo 3
meses. Esto, porque el sector del electorado antikirchnerista se decide en
función de aquel que pueda llegar a ganarle al kirchnerismo, o salir mejor
parado para el futuro inmediato.
Aquí
vemos que la crisis de representación sigue vigente en el sector
antikirchnerista, en cuanto a la fragmentación de votos entre los distintos
candidatos, su volatilidad, la falta de identificación, etc. El sistema de
alianzas que se están presentaron para las elecciones de 2013, es un claro
argumento a favor del clivaje kirchnerismo-antikirchnerismo, debido a la
inconsistencia de las mismas, en donde sectores disímiles se unen con la única
razón de poder vencer al Frente para la Victoria.
Conclusiones
La
crisis de representación que dio origen las políticas neoliberales iniciadas
por la dictadura cívico-militar en 1976, y continuadas y profundizadas por los
gobiernos de Carlos Menem (1989-1999) y Fernando De La Rúa (1999-2001), siguen
estando presentes en el espectro antikirchnerista.
Néstor
Carlos Kirchner logró en poco tiempo con políticas llevadas a cabo para recomponer el tejido social y solventar los
reclamos que desembocaron en la crisis de 2001, volver a que un sector de la
población, por lo general de tradición peronista, pudiera volver a creer y
sentirse parte integrante de un proyecto político nacional.
El
peronismo ya no es más el corta aguas del electorado, el clivaje
peronismo-antiperonismo ha quedado desvirtuado y pasado de moda. Debido al
sucesivo aumento en el caudal de votos de este sector, siendo en la última
elección del 67,83, y del 70,50% en las PASO, el clivaje
kirchnerismo-antikirchnerismo toma el lugar central en la política argentina.
Los frentes y alianzas que se conforman se hacen en medida de ser una posible
fórmula que venza al kirchnerismo. Las elecciones que se avecinan en este año
(2013), dan una clara muestra de esto. Alianzas entre sectores tradicionalmente
disímiles, los cuales tiempo pasado decían que era imposible una alianza con
tal o cual candidato, hoy está sucediendo. Un ejemplo claro es el de la alianza
entre sectores de la Coalición Cívica (CC), conservadores y liberales, con un
sector de lo que fue el Frente Amplio Progresista y el referente de Proyecto
Sur, Pino Solanas. UCR, GEN, el socialismo, Libres del Sur y la CC van juntos,
y de la mano en un sin sentido político. Todo sea por vencer en las elecciones
intermedias al kirchnerismo, eso los une, y eso los encamina. Es imposible que
un sector tan disímil como éste, pueda presentar un proyecto político y un
programa coherente para llevar a cabo en caso de un posible triunfo.
El
kirchnerismo representado por el FPV está fuerte, cumple con los requisitos de
las funciones que Peter Mair dice que los partidos políticos han dejado de
representar. Representa y es apoyado por un vasto sector de la población. En
cambio, el antikirchnerismo está representado por nadie, y a la vez, por todo
lo que no es kirchnerista.
El electorado antikirchnerista está
desorientado, casi tanto como la oposición política argentina, sin saber a
quién votar. Solo votarán a quienes entiendan, puedan llegar a vencer al Frente
para la Victoria.
[2] Se toman en cuenta los candidatos que obtuvieron al
menos el 2% en la elección. Se utilizan los datos oficiales de la Dirección
Nacional Electoral en todo el trabajo.
[3] Natanson, José (2009). El universo no peronista, entre la historia y la fragmentación,
Buenos Aires, Revista Umbrales de
América del Sur N° 7.
[4] MANIN, Bernard
(1992). Metamorfosis de la Representación
en Dos Santos, M. (comp.), ¿Qué queda de la
representación
política?, CLACSO, Nueva Sociedad.
[5]Mair, Peter
(1999). ¿Hay futuro para los partidos?, Roma, Seminario de estudio “El futuro de los partidos,
los partidos del futuro”. Asociación CRS/Democrática de Izquierda
Dirección Nacional.
[6] Cabe recordar
que durante el gobierno de Menem, un sector del PJ se va del partido, y
conforma el FREPASO. Este hecho marca su diferencia debido a que no renuncian
al Partido Justicialista.
[7]Pousadela ,
Inés (2004). Los Partidos Políticos han
muerto. ¡Larga vida a los Partidos!, en Isidoro Cheresky y Jean-Michel
Blanquer (comp.), ¿Qué cambió
en la política Argentina?, Rosario, Homo Sapiens.